Llegó siendo una corderita encontrada en la sierra de Málaga con sólo unas semanas de vida. La pobre tenía una diarrea muy fuerte, conjuntivitis, y estaba muy débil. Por suerte la chica que la encontró la llevó corriendo al veterinario y empezó con un tratamiento.

Después de dos semanas inyectándole suero, antibiótico, haciéndole bibes con líquido antidiarreico, logramos sacarla adelante, pese a que las posibilidades de que sobreviviera eran pocas.

Era una peque muy glotona, que se pasaría el día comiendo, le encantaba tomar el sol, jugar con la jauría perruna, pedir bibes, dormir en el sofá con su mamá y papá humanas, y lo que menos le gustaba era estar solita, pues le recordaba a cuando fue abandonada en el monte.

Ahora es una señorita oveja preciosa, igual de mimosa que antes, ¡con una gran vida por delante!