Fue abandonada en la puerta de una clínica veterinaria a los pocos días de salir del cascarón. Por suerte, dio con unas personas maravillosas que cuidaron de ella y le sacaron adelante,creciendo con gatos, perros...

Hasta que los animales de la zona intentaron comérsela, y nos pidieron que cuidásemos de ella y pudiera convivir con el resto de gallinas que habitan en el santuario. De ahí siguió creciendo acompañada del gallo Chester, que al ser ciego, requiere cuidados especiales, y Cali siempre estaba ahí para que el abuelito no se aburriese, dormían juntos, comían del mismo comedero... Fue una gran ayuda y alivio para él que Calimero estuviera a su lado.

Pero con el paso del tiempo, necesitaba salir al exterior con el resto de gallinas, y poco a poco se fue adaptando a su nueva rutina, aunque también le gusta pasar ratos con Chester y recordar viejos tiempos. Es una gallina muy peculiar, con una gran personalidad, y gustos diferentes, y quien decide cuándo y con quién quiere relacionarse.